Los materiales de fabricación de los utensilios en la cocina, incluyendo ollas de cristal, pueden transferirse a alimentos que consumimos e intoxicarnos cada día un poco. De ocurrir, no nos daríamos cuenta y es por ello que no solo debemos enfocarnos en los alimentos, sino también en donde los cocinamos.

Muchos utensilios de cocina, que tenemos a mano para complementar nuestra cocina, liberan metales o químicos que puedan causar contaminación.

Existen los de vidrio y cristal que, aunque resultan imperceptibles al ojo, sí tienen diferencias entre ambos.

Debido a su alto contenido de plomo, es más pesado el cristal que el vidrio común. También tiene un color brillante y, además, este elemento químico le otorga sonoridad al material.

Ahora bien, más allá de lo bonitas e impecables que se puedan ver nuestras ollas de cristal, que contenga plomo es muy importante. Debe tenerse en cuenta por sus repercusiones en nuestra salud.

La exposición a este metal tóxico a través de nuestros utensilios de ha vuelto sumamente peligrosa. Puede provocar desde déficit intelectual y de atención, hasta trastornos de audición, del lenguaje o un comportamiento antisocial en los niños.

En los adultos, los efectos adversos tienen más que ver con problemas cardiovasculares y deterioro de la función cognitiva.

Una vez dentro del cuerpo, el plomo como tóxico ,interfiere con la propagación de señales a través del sistema nervioso central. Aparte, se abre camino hacia las enzimas perturbando su papel en el procesamiento de elementos nutritivos.

Si bien seleccionar qué vamos a preparar para la comida llega a ser primordial, también lo es escoger utensilios de calidad con los que cocinar.

Este tipo de ollas y utensilios de cristal, pueden adornar mejor nuestra cocina, pero sus consecuencias pueden ser irremediables.

Teniendo esto en consideración, podremos cumplir un doble trabajo: satisfacer nuestro paladar con los mejores platos y brindarle al cuerpo lo que necesita para disfrutar una vida saludable.